martes, 30 de marzo de 2010

Historia de Transantiago

Tarde rutilante de viernes previo festividad, de esos que se celebran.
Rechoncho en el asiento de atrás hablaba como con altavoz, provocando la casi inmediata fijación. Lo hace con tanta pericia que parece con cierto grado en materias de diálogo

Hablaba de los programas de televisión (demasiado pedir, no) de los que hacia un comentario exquisito; sonaba afable.

Ya cuando sus acompañantes dejaron el bus se busca unos escolares con quienes explayarse, pero lo ignoran. Daba miedo, muy extrovertido, en extremo; muy insólito para una micro donde se tiene que ir callado, con la mirada baja y perdida, ojalá con audífonos evitándose el escuchar a otros , pero sobretodo escucharse a uno mismo.

4 comentarios:

dany dijo...

ja, es verdad sucede q aveces escuchar a otros es escucharse a uno por eso nos eneagenamos con nuestros audifonos, escuchando canciones a todo volumen para nbo pensar, es triste...

Anita dijo...

mmmmm siempre hay una vos que escuchamos, y es la del interior de nuestras mentes, o como algunos lo llaman el inconciente...
ssssssss
besos y abrazos, nos estamos leyendo.

Machelita dijo...

Suelo escuchar hsitorias contadas en la calle, en las micros, en el metro y en sus paraderos, suelo prestar oreja a cuanta señora, abuelita o abuelito se me instala al lado con ganas de conversar ¿para no escucharme? No, para ecuchar a quienes no tienen miedo de comunicarse con otros.

Sergio Saavedra Rivera dijo...

O te escuchas o entras a las historias de otros y otras, por ahí te inventas algo para lo que quieras, si quieres los deshechas, si quieres lo tomas y lo haces parte de tu vida en eso de la experiencia, en eso de ir creciendo...
Saludos, buen blog amigo.